Una persona en situación de estrés es alguien que se siente expuesto a demandas excesivas que no son de su agrado y que no puede evitar.
El mejor indicador de que una persona está sufriendo estrés son los síntomas físicos. Aunque no a todo el mundo le afecta del mismo modo, es habitual que se manifieste en el sistema nervioso (insomnio, nerviosismo, ansiedad), sistema muscular (tensión, dolores, cefaleas tensionales), aparato digestivo (estreñimiento, diarreas, malas digestiones) o sistema cardiovascular (hipertensión). Por otra parte, las personas con estrés comienzan a vivir una afectividad negativa, condicionada por el miedo o la rabia.
Suele ocurrir que las personas estresadas recurran a los ansiolíticos, a los somníferos, a comer o a beber para aplacar su ansiedad. Intentan recuperar el equilibrio de una manera equivocada, pero lo que en realidad ocurre es que, en vez de tener un problema de estrés, ahora tienen un problema más (más toxinas en su organismo, posibles adicciones, más peso, más colesterol, etc.).
La terapia psicológica ayuda a resolver el estrés y a evitar que derive en problemas mayores.
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